Colección Manuscritos asturianos  

Nietzsche, en la liga de los hombres extraordinarios


Sinopsis

programación 2025

De repente, la Liga reclutada para mantener al Imperio Britanico a salvo de las siempre vivas amenazas a su forma de entender la vida y el universo se mostraba escandalosamente débil frente a los terribles peligros que navegaban hacia las islas.

Lo cierto es que resultaba claro el papel de, al menos, Inglaterra en los procesos industriales del XIX, estando acompañados de dos realidades fuertemente contrastadas: la miseria de sus masas trabajadoras, que protagonizaron revueltas durante todo el siglo, y la creación de un Imperio, también resultado del botín luego de las guerras napoleónicas. Puede ser importante nombrar algo ligado a su personalidad imperial y ciertamente relevante de los lugares donde surgen la Royal Society, la Francmasonería, los sindicatos y sirvió de último refugio al Dr. Marx: el Imperio se apasionaba en la recreación de una especie de sentimiento de superioridad, el deber y libertad del individuo como sustento de una grandeza británica que no entiende de obstáculos insalvables. Es Nelson en Trafalgar diciendo a la tripulación que Inglaterra, sencillamente, esperaba  “que cada uno cumpla con su deber”. 

Es un sentido del pragmatismo legendario que quiere dejar en ridículo la grandilocuencia heroica del continente, sobre todo la llegada de la bella e insurrecta Francia. Incluso si fracasaban, la manera británica sabía resaltar el valor del sentido común en un individuo que resolvía dificultades por sí solo. Sin embargo, diremos que si Gran Bretaña llegó a ser grande no fue por la rancia aristocracia que gustaba recrearse en la imagen de una potencia y un Parlamento que no podía ser más clasista, sino por el extraordinario (como en la Liga) espíritu de lucha y soberanía personal y colectiva de sus gentes: marineros, empresarios, científicos, funcionarios y masas trabajadoras, con su tradición propia de luchas obreras. 

Así es, toda la Liga, Wilhelmina Murray, el capitán Nemo, Allan Quatermain, el doctor Henry Jekyll y Hawley Griffin, se vieron atemorizados ante una misión extremadamente peligrosa encomendada por la corona, visibilizada de repente la crisis nerviosa que les mantenía atenazados. Un encargo real que buscó reforzar sus filas desmoralizadas de la forma más insospechada, hasta el punto de esforzarse por mantenerlo todo oculto para vergüenza de ellos mismos y de Su Majestad. Navegaron en secreto y en medio de la bruma hasta las costas del mar Baltico, luego penetraron en terribles tierras de Prusia y emprendieron la búsqueda. Su objetivo: reclutar a Friedrich Wilhelm Nietzsche. Y hacerlo a través del ruego, la seducción o el ofrecimiento franco de venganza a través de una oportunidad… mirar a la Historia a la cara y hablarle con brutal sinceridad. ¿Y por qué se ordenó esto a la noble Liga de hombres extraordinarios? 

La grandeza británica estaba por entrar en un callejón sin salida. Ni la Cámara de los Lores, ni la Iglesia Anglicana, ni la monarquía ofrecían respuestas… Europa y Occidente se habían descubierto en fortalezas de naturaleza metafísica. Y en medio la singularidad británica, tan inclinada al autoengaño, ta alejada hasta un lugar donde nadie recordaba cuándo había dejado de desearse a sí misma. Fue entonces cuando alguien arrojó un libro polvoriento a la mesa redonda, ya no quedaba ni uno solo de los tristes descendientes de la otrora compañía del rey Arturo, el orgullo legendario estaba herido de muerte. Era un códice en puro alemán que hablaba de voluntad de poder, existencia auténtica e inauténtica, espacio vital y la posibilidad de un Superhombre, con mayúscula, que sabe caminar por encima de las terribles debilidades de la existencia. 

¿Qué buscaba la Liga de los hombres extraordinarios? Nada más y nada menos que un filósofo capaz de la praxis psicológica más demoledora, para volver a comprenderse y desearse, en tanto extraordinarios, en el viejo culto dionisíaco. Buscaban, además por encargo de la Corona, a ese triste, enloquecido y atormentado alemán que, según decían ancianos intelectuales en las tabernas de Londres y Edimburgo, sabía cómo devolver el sentido perdido a sus propios adjetivos de estirpe victoriana… liga, hombres y extraordinarios.

Nietzsche, en la liga de los hombres extraordinarios es el libro que abre esta magnífica colección publicada por Kercentral Magazine bajo el título Manuscritos asturianos; una desafiante y dinámica narrativa, ensayo filosófico y novelización gráfica.